Soft artesanal, el estilo que redefine el lujo desde lo esencial

Tonos tierra, tejidos y siluetas que privilegian la libertad corporal marcan el pulso de una moda que  ya no necesita gritar para hacerse notar. En 2025,  la estética del "soft minimalism" se consolida como una declaración de estilo silencioso, refinado y profundamente funcional.

El "soft minimalism"  es la evolución  del minimalismo clásico, que trata de ser menos estricto y más sensorial. No es el caso de reducir al mínimo, sino de priorizar lo que  tiene  sentido, lo que  se  siente bien  al tacto y al vestir.  Esta  tendencia apuesta por prendas que no buscan protagonismo, sino durabilidad, fluidez y conexión con el cuerpo real. Es una forma de vestir que respira, que se desplaza con quien la habita, y que encuentra belleza en lo honesto.

Prendas como la camisa utilitaria en algodón crudo,  el pantalón de tiro alto con caída  amplia o la chaqueta denim  de cortes limpios se convierten en esenciales que  no tienen  estación. Combinadas entre sí o llevadas en monocromía, generan una armonía visual que no exige ser combinada: funciona, respira, estructura sin encorsetar.

“Queríamos diseñar desde el silencio, desde lo sensato. Ropa que no necesite adornarse para sentirse potente. Esa fue la premisa”, explica María Moreno, directora creativa de RIFLE.

En esta línea también emergen tejidos que apuestan por la textura más que por el estampado. Tops acanalados, bomber perforadas, camisetas en algodón  grueso  y faldas  de punto  con aberturas laterales dan cuerpo a un vestuario que no pide explicaciones. Vestirse se vuelve un acto de presencia, no de exhibición.

“El minimalismo del que hablamos no es frío ni neutro.  Es cálido, con curvas,  con memoria táctil. Cada prenda está pensada para acompañar la vida cotidiana, no para detenerla”, señala Moreno.  Los  tonos   arena, hueso y cobre   generan una  armonía visual  que  no  exige  ser combinada. Funcionan en monocromo, pero  también aceptan el contraste con  unas  botas negras, un cinturón con hebilla metálica o unas gafas de marco grueso rompen la suavidad sin desdibujarla. Son gestos que aportan fuerza sin alterar el equilibrio.

Los vestidos ajustados en mesh estampado, que se abrazan al cuerpo y las minifaldas con chaquetas estructuradas resignifican el uniforme maternal, aquí no hay reglas, hay elecciones. La libertad no viene solo del diseño, sino de la mirada con la que se lleva puesta cada prenda.

“El reto era diseñar prendas que no pretendieran transformar  a las mujeres, sino devolverles una versión propia, más amable, más conectada con la tierra y con su tiempo. La inspiración fue  clara, lo que  llamamos el soft  artesanal, una narrativa visual que  une  fibras naturales, siluetas fluidas y referencias directas al trabajo hecho a mano”.

Esa idea se materializa en una serie de prendas que parecen simples, pero están cargadas de intención. El total look en tonos  tierra, con pantalones de caída amplia y camisa tipo utilitaria, toma  un giro urbano creando contraste sin desentono. El resultado es una imagen poderosa, pero nunca forzada. 

“Estamos viendo una transición  importante: las mujeres ya no se visten para cumplir un rol o una tendencia, sino para responder a su propio ritmo. Por eso  esta  colección se  construyó desde el cuerpo, no desde la etiqueta”, concluye. El lujo hoy no está en la complejidad, sino en la decisión de vestir con sentido. El estilo, como la ropa que lo expresa, ya no necesita alardes. Solo coherencia.

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