Capacitar no redime

Si usted no ha vivido una situación como la que le voy a contar, puede imaginársela:

Un empleado que contrató hace dos meses se niega a funcionar. La entrevista fue fantástica, y en general parecía un muy buen prospecto, pero tan pronto firmó el contrato, parece que hubiera tirado la toalla…

Pero usted sabe que tiene potencial. ¡Lo vio durante la entrevista! Y sin embargo la realidad no parece opinar lo mismo. Y ahora usted se enfrenta a una decisión importante:

¿Qué hace con esta persona?

¿La echa de su empresa, desperdiciando los dos meses de salario y capacitación que invirtió en ella?

¿O le da otra oportunidad, y decide enviarlo a una capacitación más? Después de todo, seguramente solo le falta agarrar el ritmo…

Muy bien, hablemos un momento de una trampa mental demasiado común, llamada la falacia del costo irrecuperable. Imagínese que usted apuesta a un proyecto empresarial nuevo, invierte el 50% de sus ahorros en él… Y fracasa.

La falacia del costo irrecuperable es esa sensación de que no puede abandonar el proyecto, o todo el dinero que invirtió se perderá. De manera que usted tendrá un fuerte prejuicio a favor de invertir el resto de sus ahorros en el proyecto con la esperanza de no perder lo antes invertido.

Pero la realidad del asunto es que esta decisión debe ser tomada evaluando el potencial verdadero del proyecto a futuro. El dinero que usted ya invirtió es irrelevante. Pero nuestra mente nos juega trucos sucios a veces.

Lo mismo sucede con aquella contratación fracasada. Usted se verá tentado a seguirle metiendo plata al asunto… ¡No hay manera de que se haya equivocado en esta contratación! Pero esta mentalidad nubla su juicio tremendamente, y tenderá a resultar en mucho más dinero tirado a un pozo sin fondo.

Ahora, esto no significa que usted tenga que echar de inmediato a cualquier persona que tenga un bajón en sus estadísticas. Pero si significa que la ilusión de que “no puede perder todo lo que ya ha invertido en ella” es un factor que debe procurar dejar fuera de sus cálculos mentales.

La solución más fácil a todo este problema es, por supuesto, utilizar un buen sistema de evaluación antes de contratar, como el de Performia.

Pero incluso las mejores evaluaciones pueden errar a veces, y cuando lo hagan, se verá enfrentado con este dilema. Pero aún si decide que vale la pena continuar y creer en la persona, le daré un consejo más:

¡No comience a invertir montones de dinero en capacitación para esta persona!

Muchos empresarios caen en esta trampa, y terminan botando doscientos millones de pesos por la borda y llenando un cargo vital por seis meses con una persona que lo único que hace es estorbo. Y cuando por fin las finanzas quiebran su ego y los fuerzan a echar al susodicho, maldicen su mala suerte y lo inútil que es la gente...

La productividad no es un asunto de conocimiento, y la capacitación no vuelve productivo a alguien que no lo es. En vez de capacitarlo, pruebe su productividad en tareas más sencillas. Sobre todo, si es un cargo administrativo complejo, ponga a la persona a hacer un trabajo más operativo como una prueba. Si la persona acepta y lo hace bien por un rato, esto elevará la moral de la persona, y le comprobará a usted que puede valer la pena esforzarse un poco.

Eso sí, si la persona le dice algo como “Yo no estudié mi carrera para estar contestando el teléfono...” Bueno, puede que sea mejor ir por caminos separados.

Los humanos somos espontáneos y cambiantes, y nunca nadie le puede asegurar que nada salga mal al trabajar con uno de nosotros.

Pero como mínimo, intente diferenciar lo mejor posible entre los que valen la pena y los que no, y no se deje engañar por las malas decisiones de su yo del pasado: Evalúe las cosas aquí y ahora.

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