- • En el Día Mundial de los Animales, el Parque Ecológico Providencia se destaca como un espacio que permite habitar la naturaleza de forma consciente.
- • Su modelo combina conservación activa y turismo de naturaleza en un entorno guiado y accesible al público.
Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) demostró que el contacto con la naturaleza mejora la salud mental, reduce el estrés y fortalece el bienestar general. Sin embargo, para que estos entornos sigan cumpliendo ese rol es necesario habitarlos de manera consciente, garantizando su protección. Por eso, en el marco del Día Mundial de los Animales, conmemorado cada 4 de octubre, la conversación sobre el bienestar humano también pasa por reconocer el valor de conservar los ecosistemas y las especies que los habitan.
Los beneficios que los entornos naturales ofrecen a las personas son posibles gracias a los ecosistemas que los sostienen y a la biodiversidad que los habita. Colombia, por su variedad de climas, pisos térmicos y regiones ecológicas, concentra una biodiversidad biológica que la convierte en un territorio clave para la conservación. Esa riqueza no solo es un activo ambiental, también implica una responsabilidad frente a su protección.
En el Valle del Cauca, uno de los departamentos con mayor diversidad ecosistémica en el país, el Parque Ecológico Providencia se ha consolidado como un espacio para la conservación activa de la biodiversidad y el ecoturismo. Creado en 2016 por Providencia como parte de su estrategia de sostenibilidad, el Parque aporta a la conservación de la cuenca del río Amaime y promueve un modelo que demuestra que es posible habitar la naturaleza de forma responsable, a través de actividades educativas, recorridos guiados y experiencias que fortalecen la conexión con el entorno.
El Parque Ecológico Providencia abarca 524 hectáreas divididas en dos espacios: la Reserva Providencia (414 hectáreas), ubicada en la parte alta de la cuenca del río Amaime, y la Hacienda Piedechinche (110 hectáreas), donde se desarrollan las actividades abiertas al público. Mientras la Reserva se enfoca en la protección de ecosistemas estratégicos, la Hacienda integra acciones de restauración ecológica, monitoreo de fauna y programas para estudiantes, visitantes y grupos organizados.
La experiencia en el Parque combina recorridos guiados por senderos ecológicos, espacios de observación de aves y actividades culturales que permiten conocer el entorno de forma segura y acompañada. Entre sus espacios más visitados se encuentran el Jardín de las Aves y el Sendero del Caracolí, donde se pueden observar especies locales en un entorno diseñado para su atracción y un recorrido sombreado por árboles nativos.
Este recorrido, diseñado para fortalecer la relación de las personas con el entorno natural sin afectar su equilibro, no es solo recreativo. Al visitar el Parque, las personas también se conectan con un proyecto empresarial de conservación y restauración con impactos concretos sobre la biodiversidad. Desde su creación, se han sembrado más de 380.000 árboles de especies nativas, en procesos enfocados en la recuperación del Bosque Seco Tropical y del Bosque Alto Andino. Estos ecosistemas, entre los más amenazados del país, cumplen un papel clave en la regulación climática e hídrica, la protección del suelo y el hábitat de especies sensibles.
De esta manera, a la fecha se han restaurado más de 110 hectáreas de cobertura vegetal y se han registrado cerca de 300 especies de aves. A través de monitoreos con cámaras trampa y registros científicos, el Parque también ha documentado la presencia de especies como el zorro cañero y el yaguarundí, que dependen directamente de estos ecosistemas para sobrevivir.
Este proyecto ha sido clave para el seguimiento de la fauna silvestre en zonas restauradas. Gracias a esta herramienta también se ha logrado registrar la presencia de mamíferos como el puma (Puma concolor), el ocelote (Leopardus pardalis) y el venado soche (Mazama rufina), además de múltiples especies de aves y pequeños mamíferos nocturnos. Estos hallazgos confirman el valor ecológico del Parque como refugio para la fauna nativa, además de su aporte con información técnica para orientar acciones de conservación en el territorio.
El Parque Ecológico Providencia está abierto al público mediante recorridos guiados. Sus recorridos permiten conocer de primera mano la riqueza del Bosque Seco Tropical, observar aves en distintos puntos del territorio y recorrer senderos ecológicos. Además, cuenta con espacios complementarios como el restaurante La Ramada, donde se ofrecen platos típicos como chuleta valluna, empanadas y guarapo de caña, junto a una tienda con productos locales y un salón para encuentros educativos o corporativos.
El acceso se realiza con reserva previa y en modalidad de visita guiada. La tarifa general es de $19.000 COP, con descuentos disponibles para grupos escolares, adultos mayores, visitantes internacionales, observadores de aves e invitados institucionales. De igual forma, el parqueadero cuenta con espacios para vehículos particulares, buses y motocicletas.
Un compromiso que trasciende el paisaje
La conmemoración del Día Mundial de los Animales invita a reflexionar sobre la necesidad de proteger no solo a las especies, sino también los espacios donde los habitan. La naturaleza ofrece beneficios reales a las personas: salud, equilibrio, bienestar. Por eso, protegerla también es una forma de corresponder lo que recibimos de ella. En el Parque Ecológico Providencia esa tarea se traduce en una gestión concreta del territorio que promueve la conservación, la educación y el acceso responsable a los ecosistemas.
“La existencia de este Parque demuestra que el sector privado puede asumir un rol activo en la recuperación y protección de la biodiversidad, de forma articulada con las comunidades y el entorno. En Providencia entendemos que conservar es responsabilidad empresarial, por eso buscamos generar valor compartido al proteger la biodiversidad, educar desde el territorio y ofrecer a las personas una forma consciente y disfrutable de habitar la naturaleza”, afirmó María Leonor Velásquez Rasch, directora del Parque Ecológico Providencia.
Por casi 100 años Providencia ha entrelazado la naturaleza, la educación y el desarrollo económico para dejarle a las próximas generaciones un lugar para vivir; su gestión en lo social, ambiental y económico le permiten catalogarse como una empresa de triple impacto. En 1991 el Ingenio pasó a formar parte de la Organización Ardila Lülle, incorporando grandes avances tecnológicos y diferentes cambios en su estructura organizacional.
Su componente social es la educación de calidad. Gracias a sus programas son beneficiadas 4.000 personas al año con educación básica y media, formación tecnológica, primera infancia (Providencia Centro de Formación Integral), fomento al deporte, entre otros.
Desde la gestión ambiental, trabaja en la creación de fuentes energéticas renovables derivadas del ejercicio agrícola, actividad que cuenta con la certificación internacional Bonsucro que acredita el cumplimiento de los estándares en la fabricación sostenible de azúcar y alcohol. Así como la protección y preservación del agua, la biodiversidad y los ecosistemas frágiles amenazados, a través de Providencia Parque Ecológico Providencia.
En el ámbito económico se materializan los esfuerzos en la producción de azúcar, así como bioetanol, energía eléctrica renovable y compost orgánico, entre otros, generando 3,640 empleos directos. Por usar la fuerza del mercado para dar soluciones concretas a problemáticas sociales y ambientales, Providencia es certificada como Empresa B.
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